Qué hacer con los jóvenes en Facebook

La semana pasada, durante una visita al Harlow College en Essex, Inglaterra, el CEO de Apple, Tim Cook, soltó una frase que dejó a más de uno boquiabierto: “No tengo hijos, pero tengo un sobrino de 12 años al que le pongo algunos límites, como, por ejemplo, que no esté en redes sociales”.

Cook, de 57 años, es otro peso pesado de la tecnología que ha sentido la presión de hablar del tema a raíz de investigaciones que dejan en entredicho la inocuidad de estos portales. El estudio más grande hecho hasta el momento, con una muestra de un millón de jóvenes, encontró que los adolescentes que usan estas plataformas tienen el doble de posibilidades de estar tristes. Otras investigaciones han señalado el poder adictivo de los teléfonos inteligentes y de estas redes con una cifra alarmante: la mitad de los adolescentes son adictos a estos aparatos.

No se trata de simples números. España se conmocionó la semana pasada con la noticia de un joven de 14 años que apuñaló en la mano a su madre tras quedarse sin internet. Esta dependencia se está convirtiendo en un problema de salud a nivel mundial y muchos padres desconocen cómo enfrentarlo. A esto se suma que si bien solo se puede abrir una cuenta en las redes sociales a partir de los 14 años, 83 por ciento de los jóvenes mienten para acceder a ellas. Se calcula que solo en Facebook 5 millones de usuarios tienen menos de 10 años.

Para la psicóloga Catherine Salamanca el problema consiste en que los propios padres son analfabetas en el asunto y sin conciencia del potencial daño, permiten que sus hijos accedan a ese mundo desde muy temprano al entregarles “la tableta o el celular para distraerlos y que no hagan pataleta”, dice.

Mientras la mayoría de los padres son flexibles con sus hijos, en Silicon Valley los expertos como Cook tienen posiciones radicales. El más vehemente ha sido Chamath Palihapitiya, nacido en Sri Lanka, uno de los primeros directivos de Facebook, responsable de su rápido crecimiento, quien hoy siente “gran culpa” por los aportes que hizo a la plataforma y por la manera como está “destruyendo el funcionamiento de la sociedad”. Consciente de la adicción que genera, aseguró que ya no usa ese sitio web ni permite que sus hijos accedan a él. Y remató con una frase demoledora: “Ni iPad, ni iPhone, ni ordenador. En casa no hay tiempo para pantallas”, sostiene este padre de tres que prefiere que sus hijos salgan a la calle “y se raspen las rodillas, que se caigan, que jueguen, y que después me vengan a ver para contármelo y poder hablar como seres humanos racionales”.

Sean Parker, expresidente de Facebook, también reveló que la compañía desde un comienzo tenía la intención de explotar la vulnerabilidad de la psicología humana al hacer la plataforma altamente adictiva. “Solo Dios sabe lo que le hace a los cerebros de nuestros hijos”. Evan Williams, uno de los fundadores de Twitter, mantiene a raya a los suyos de estas plataformas.

En su momento Bill Gates también tomó drásticas decisiones con sus hijos al mantenerlos alejados de sus propios inventos hasta los 14 años. A cambio les daba libros para estimular su creatividad. Steve Jobs tampoco les permitía usar el iPad y, según cuenta su biógrafo Walter Isaacson, cada noche leía con ellos grandes relatos de la humanidad.

 

Aún más, según un artículo del diario The Guardian, ni el propio Mark Zuckerberg ni los directivos de Facebook o Twitter tienen presencia en dichos sitios web como el resto de las personas. En toda la historia de esta red (seis años), Jack Dorsey, cofundador de Twitter, ha publicado 23.000 tuits, cifra insignificante si se compara con el historial de la mayoría de usuarios. Dorsey esporádicamente responde a estos mensajes, nunca se involucra en discusiones y rara vez tuitea. Es como si la consigna de estos innovadores fuera no probar de su propia mercancía.

Pero no todos los padres consideran que prohibir sea la única opción. El problema, como dice Sarah Dornoff, psicóloga infantil de la Universidad de Michigan, es que aún no se sabe si existe “un tiempo que se considere normal, sano o insano”. Michelle Dennedy, directora de una empresa de privacidad de redes en Estados Unidos, decidió permitirles el uso de celulares a sus hijas de 11 y 16 años. Pero las inspecciona cada 6 meses y, si nota que las redes sociales o aplicaciones las distrae de sus tareas, desconecta el wifi para darles espacio a los libros. Antes de criticarlos, Dennedy les plantea preguntas a sus hijas: ¿Sabes la diferencia entre música gratis y paga? ¿Cómo afecta eso tu autoestima? ¿Qué necesita saber un anunciante de una niña de 11 años? A pesar de tener el asunto bajo control admite que es “una continua lucha”.

Otros consideran mejor educarlos que monitorearlos. Como Steven Aldrich, jefe de producto en GoDaddy Inc. y proveedor de dominios de internet en Estados Unidos, quien creó un entorno para que su hijo Jackson, de 16 años, “tenga la oportunidad de aprender a juzgar y establezca sus propios limites”, según dijo al diario The Wall Street Journal. El joven debe terminar las tareas antes de acceder a redes sociales y aprender a equilibrar el tiempo que dedica a otras actividades, entre ellas dormir. También motiva a Jackson a preguntarse antes de subir información a la red si quisiera que eso lo viera el rector del colegio, su futuro jefe o sus profesores. “Yo le digo que todo lo que se sube allí es para siempre”, dice Aldrich.

Brad Arkin, jefe de Seguridad de Adobe, monitorea de cerca lo que hace en la red su hijo Jack, de 8 años, a quien le permite entre 30 y 60 minutos de internet al día. Le lee sus e-mails y le ha enseñado a no tener expectativas de privacidad en esa casa. Pero en la medida en que crezca, Arkin y su esposa no planean apoyarse en las herramientas de seguridad previstas porque saben lo fácil que es burlarlas, sino en “enseñarle los conceptos tecnológicos detrás de lo que él hace”.

Ante estos ejemplos, queda claro que los padres deben primero educarse en estas tecnologías para poder asumir con responsabilidad el desafío de educar a los hijos, porque ellos son los llamados a ayudarles a diferenciar los buenos y malos hábitos en las redes sociales. Según Salamanca, hay que entender que aunque resulte más fácil congraciarse con los hijos, en la primera infancia no hay necesidad de que ellos accedan a un aparato tecnológico. “Estamos sobreestimulando a nuestros hijos con información, emociones y contenidos que no saben manejar. Más allá de la prohibición, los padres deben aumentar su responsabilidad para ayudarlos a controlar las redes”, concluye.

Fuente: http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/que-hacer-con-los-jovenes-en-facebook/554923

¿Los niños pueden tener ansiedad o depresión?

Después del parón vacacional, a muchos niños y no tan niños les cuesta volver a la rutina: levantarse temprano, ir al cole, hacer deberes… Sin embargo, conforme pasan las semanas, algunos no recuperan el ritmo normal. Son niños que lloran o están irritables cada vez que tienen que ir al cole, apenas duermen o comen (o a veces el efecto contrario: duermen o comen demasiado), se quejan de dolores (de cabeza o barriga) o no disfrutan de su tiempo libre como solían hacer, ni juegan con aquellos juegos que antes le encantaban. Si han pasado alrededor de dos semanas y continúa de la misma forma, quizás ya no estamos ante lo que comúnmente se llama “depresión postvacacional” y es importante que los padres valoren su hijo podría tener depresión o ansiedad y consulten con un especialista.

La depresión y la ansiedad son diagnósticos muy habituales en el mundo adulto, se entiende que entre la conciliación de la vida personal y laboral los adultos puedan tener depresión o ansiedad. Pero ¿un niño no debería ser feliz?, ¿cómo puede tener problemas emocionales cuando parece que lo tiene todo?

Causas de la ansiedad y/o depresión infantil

La ansiedad y la depresión infantil son diagnósticos más comunes entre adolescentes que niños, pero muchas veces pasa inadvertido entre los padres y profesores e incluso se le resta importancia tras las etiquetas de “es una mala temporada”, “ya se le pasará” o “son cosas de la edad”. Lo cual no hace nada más que agravar el problema que ya existe y dilatarlo mucho más en el tiempo. Las principales causas de la depresión y de la ansiedad son muy variadas, no obstante, los principales factores de riesgo son:

  • Los antecedentes familiares hacen que tenga un 50% de probabilidades de heredarlo. En concreto, aún tiene más probabilidades si la figura de apoyo del niño (madre o padre) ha pasado por una depresión o un problema de ansiedad.
  • Una personalidad insegura, baja autoestima, perfeccionista o temerosa.
  • Un ambiente familiar dónde haya mucha tensión y negativo.

Consejos para mejorar depresión y/o ansiedad infantil

Hablar de sus emociones sin monopolizar cada conversación sobre el mismo tema. Es importante que los niños hablen de sus emociones y expresen cómo se sienten. Sin embargo, cuando el único tema sobre el que se habla o se pregunta es sobre sus problemas de ansiedad o depresión, solo aumenta el malestar. Lo mejor es dedicar espacios para que puedan hablar de sus preocupaciones, pero que no sea un monólogo o un interrogatorio, sino una conversación en la que los padres también puedan aportar su opinión y expresar sus emociones sobre diferentes temas.

Dejarse llevar por el problema no ayuda en la solución. Los niños con ansiedad y depresión suelen aislarse de los demás y pierden las ganas de hacer cualquier actividad que antes les motivaba. Si esperas a que estén motivados, según del nivel de ansiedad o depresión, quizás estés esperando toda la vida. Muchas veces por tratar de ayudarles y no ser invasivos respetamos ese deseo, no obstante, es importante sugerirle (no forzar ni obligar) actividades y que él decida entre varias opciones. No se trata de hacer algo por motivación, sino por necesidad para que no piensen constantemente en lo que les preocupa y se sientan más aliviados. Para ello, lo mejor en esos casos es hacer una lista con todo tipo de actividades. Las mejores son aquellas que tienen que ver con la actividad física, las manualidades o juegos de mesa, pero también tareas en las que se sientan útiles como ayudar a realizar alguna tarea en casa como cocinar.

Ayuda a planificar su día. El efecto sorpresa no ayudará a tu hijo. En estos casos la constancia de un horario y una rutina de sueño y comidas es fundamental. Cuanto más desconectado esté de esos horarios, más se encerrará en su problema de ansiedad y depresión. Además, el hecho de planificarlo te ayudará a prepararlo ante esa situación y hablar de esos pensamientos que tanto le pueden preocupar y trazar alguna estrategia que pueda ayudarle.

Crea un ambiente donde no haya fracaso, sólo oportunidades para aprender. A veces nos cuesta comprender por qué si antes era capaz de hacer algo, ahora cuesta tanto que realice una tarea aparentemente sencilla. Los niños que tienen depresión o ansiedad también son conscientes de ello y tienden a hundirse cuando se ven incapaces de hacer cosas o no salen como ellos esperaban. Por eso, es importante graduar las tareas en aproximaciones más sencillas, de tal forma que cada día pueda ser un reto que pueda ser alcanzable. Por ejemplo: quizás no pueda estar como antes una hora seguida jugando a un juego, pero sí 10 minutos. Lo importante no es la duración, sino que vaya recuperando la confianza en sí mismo. Si no lo consigue, no habrá sido culpa suya, sino simplemente que nos hemos adelantado en el reto y tenemos que proponer un nivel que se adecue más a sus circunstancias.

Evita la culpa o la pena. No se trata de buscar culpables o de no tener fuerza de voluntad, sino de encontrar soluciones. Nadie quiere ver a su hijo sufrir y es normal que en ciertos momentos la situación pueda llegar a desbordarte. En esos casos, lo mejor es acudir a un especialista para que te ofrezca estrategias concretas a tu caso particular. No obstante, es importante que tanto como tú como el niño aprendáis que hay momentos que no se pueden controlar.

Descubrir que tu hijo tiene problemas emocionales como depresión o ansiedad sin duda puede angustiarte. Sin embargo, es importante que sepas que con el especialista y el tratamiento adecuado puede mejorar mucho porque aprenderá a gestionar sus emociones de otra forma. ¡No lo dejes pasar y ponle remedio cuanto antes!

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/01/11/mamas_papas/1515682804_012728.html

Cinco consejos para convertir a un niño en un gran lector

 

En una ocasión el escritor argentino Jorge Luis Borges dijo: «De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria». Y es que los libros son una ventana paralela, una vía de escape por la que adultos y niños hacen volar su imaginación y crean historias únicas. Por medio de la lectura se adquiere una gran cantidad de conocimientos que ayudan a mejorar en el día a día, favoreciendo el desarrollo afectivo y psicológico del individuo. Es muy importante que desde bien pequeños se adquiera el hábito de la lectura, para tener un léxico amplio y, también, para absorber diferentes conceptos éticos. «Los niños que están acostumbrados a leer y que tienen una rutina y unos hábitos de lectura, consiguen un mayor vocabulario, una mayor comprensión lectora y, además, cometen menos faltas de ortografía durante la escritura, algo fundamental durante esta larga etapa de aprendizaje escolar», comenta Sergio Díez, responsable del servicio de biblioteca del colegio Brains.

Pero, ¿cómo hacemos que los niños muestren interés en los libros existiendo otras alternativas? Sergio Díez, tiene una respuesta clara: «Su primer contacto se produce, en algunas ocasiones, cuando comienzan la etapa escolar y acaban relacionando los libros de texto con el estudio es decir, con la obligación y el aburrimiento. El interés por la lectura debe ser estimulado e inculcado desde bien pequeños, incluso desde antes de que aprendan a leer. Debemos ofrecer libros como una forma más de diversión, como una alternativa de juego más».

Aunque, «no todos los libros valen para potenciar la lectura – indica el responsable de la biblioteca— es importante saber elegir el adecuado al momento, a la edad y a la etapa de aprendizaje que el niño esté viviendo».

 

Cinco consejos para convertir a un niño en un gran lector:

—El libro debe ser visto como un juguete, desde muy pequeñitos tienen que tocarlos, jugar con ellos, investigar… Esto es esencial para que, cuando crezcan, no vean los libros como algo aburrido.

—Obligar a leer es un gran error. Hay que conseguir que los niños lean por su cuenta y esto se logra cuando ven la lectura como una satisfacción.

Pedir consejo y visitar las bibliotecas puede ser muy útil para dar con el libro y el entorno adecuado ya que, en muchas ocasiones, no sabemos qué libro es el más recomendado para cierta edad o para ciertos niños. Que el libro enganche es clave para que no pierdan la rutina de lectura.

—Dejar que los niños elijan el libro. Los pequeños tienen que encontrar los libros que más les atraigan y se ajusten a sus aficiones. Eso sí, siempre hay que revisar que el contenido y el vocabulario es el adecuado a su edad. Además, esto también le sirve para aprender a escoger, algo que a los niños les cuesta mucho.

—Y lo más importante…¡los mayores deben predicar con el ejemplo y leer! Si queremos que los niños lean deben ver que los mayores leemos, ya que normalmente tienden a imitar los comportamientos de los adultos que les rodean. Así que… ¡todos a leer!

Nadie le cuenta a los niños cuáles son sus deberes en el uso de las tecnologías digitales

Esa frase de «nadie nace sabiendo» va perdiendo intensidad en el mundo de las nuevas tecnologías. En esta era digitalizada, a los niños y adolescentes se les consideran «nativos digitales», ya que, desde el primer día de sus vidas, viven pegados a teléfonos móviles, tablets y ordenadores. El problema surge cuando crecen y nadie les dice cómo funciona «ese mundo», cuando nadie les dice lo que está bien o está mal.

El problema muchas veces está en el lenguaje. «Siempre surge la necesidad de hablar con los menores, pero a lo mejor no se llega a ellos porque les hablamos con unos términos que no comprenden por su edad», afirma María Zabala,periodista y organizadora de la I Cumbre de Ciudadanía Digital, que se celebra hoy en Madrid.

Este evento pretende poner en valor la conversación entre generaciones para generar un discurso positivo, un consenso, para que aprendan a ser ciudadanos de un mundo que va a ser, en gran medida, digital. Es decir, «aprender con el mundo sobre el mundo», apunta Zabala.

Con la presencia de niños entre 11 y 16 años, los expertos tratarán de aclarar aspectos como el tiempo que los menores pasan junto a un ordenador, tablet o móvil, así como a los mensajes contradictorios a los que se enfrentan a diario. «Muchos padres se preocupan por las horas que pasan “digitalizados”, pero lo realmente importante es lo que hacen durante ese periodo», comenta esta periodista, en referencia a numerosas aplicaciones, no solo redes sociales.

El peligro empieza donde termina la privacidad de los niños. «Nadie les enseña lo importante que es no exhibir todo aquello que hacen, o lo que podría suponer tener contraseñas poco seguras», insiste. «Como ciudadanos, tienen derechos pero también deberes y los padres no les explican cuáles son».

Mensajes contradictorios

Los menores reciben mensajes no siempre coherentes y, a menudo, contradictorios en cuanto a la presencia del mundo digital en sus vidas. Los adultos que les rodean no saben cómo gestionar su convivencia con la tecnología.

Otro de los problemas surge cuando el discurso en el colegio es muy distinto a lo que le dicen sus padres. «Los profesores le dicen que usar nuevas tecnologías esta bien, mientras que en casa es todo lo contrario; en la escuela recomiendan que no tengan móviles hasta cierta edad, sus padres le regalan uno para su cumpleaños… Ejemplos como estos hay muchos y son los que hacen que los niños no sepan cómo deben actuar», continúa Zabala.

Un uso seguro de los productos digitales debe cubrir desde la primera descarga y la primera contraseña que establezcan, hasta la ciberseguridad, pasando, además, la creación de perfiles, la conciencia de privacidad o la navegación segura.

Los futuros ciudadanos digitales deben aprender a vivir en digital, tomando precauciones y sabiendo defenderse. «Muchos de los menores no saben cómo funcionan las tecnologías digitales, pero las usan como algo normal porque es lo que ven a su alrededor», concluye Zabala.

Fuente: http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-tecnologia-ninos-y-adolescentes-nadie-cuenta-ninos-cuales-deberes-tecnologias-digitales-201801201050_noticia.html